Mucha gente lucha con sentimientos de fracaso, que son los pensamientos de duda más dañinos. En el corazón de estas dudas y sentimientos hay una pregunta central: ¿Soy un fracasado? Y ese es un problema porque yo creo que es casi imposible que una persona crea que es un fracasado y al mismo tiempo luche por salir adelante.
La fallecida Erma Bombeck, quien escribió una muy difundida columna semanal de humor hasta pocas semanas antes de morir en 1996, tenía una firme convicción sobre lo que significa perseverar y salir adelante sin tomar los fracasos demasiado en serio.
Durante su vida, Erma Bombeck tuvo que transitar por un camino lleno de dificultades. A temprana edad le dieron que “se olvidase de ser escritora”, ella rechazó el consejo; Llegó a estar embarazada 4 veces en 4 años pero sólo dos de los bebes sobrevivieron; Le pagaban $3.00 a la semana por artículo pero nunca se conformó; y además, durante todo ese tiempo, Enma Bombeck también experimentó increíbles angustias y pruebas, incluyendo un cáncer de mama, una mastectomía y deficiencia renal. Y no dudó en revelar su perspectiva sobre las experiencias de su vida:
Di el discurso de inauguración de las clases en la universidad, y les dije a todos que yo estaba ahí arriba y ellos allá abajo no por mis éxitos, sino por mis fracasos. Luego los puse a todos a rascarse la cabeza: un disco humorístico del que vendí dos copias en Beirut … un programa cómico que duró lo que un dulce en una casa donde hay niños … una obra para Broadway que nunca llegó a Broadway … un libro de firmas al que llegaron dos personas, una preguntando dónde estaba el baño y la otra queriendo comprar la mesita donde estaba el libro.
Lo que usted tiene que decirse es: «No soy un fracasado, solo fracasé al intentar hacer algo». Hay una gran diferencia entre una cosa y otra …
Personalmente y, para ser sincera, ha sido un camino duro. He sepultado bebés, he perdido a mis padres, he tenido cáncer y me he preocupado de los niños. El secreto es ponerlo todo en perspectiva … y eso es lo que yo hago
Esa fue la actitud que tuvo Erma Bombeck mientras vivió. (Le gustaba referirse a sí misma como «una ex dueña de casa y ex escritora de obituarios».) Se mantuvo avanzando y escribiendo a pesar de los desalientos, el dolor, las cirugías, y la diálisis diaria hasta que murió a los sesenta y nueve años.
CADA GENIO PUDO HABER SIDO UN «FRACASADO»
Cada persona de éxito es alquien que falló, pero nunca se consideró un fracasado. Por ejemplo, a Wolfgang Amadeus Mozart, uno de los más grandes genios musicales, el emperador Ferdinando le dijo que su ópera Las bodas de Fígaro era «demasiado ruidosa» y que tenía «demasiadas notas». El pintor Vincent Van Gogh, cuyos cuadros alcanzan actualmente cifras astronómicas cuando se ponen a la venta, durante toda su vida vendió solo un cuadro. Thomas Edison, el más prolífico inventor en la historia, era considerado cuando joven alguien imposible de aprender nada. Y a Albert Einstein, el más grande pensador de nuestro tiempo, un maestro de Munich le dijo que «nunca llegaría muy arriba».
Creo que no es exagerado decir que “a todos los grandes hombres de éxito se les han dado múltiples razones para creer que han sido unos fracasados. Pero, a pesar de eso, han perseverado”. Frente a la adversidad, el rechazo y los errores, siguen creyendo en ellos y rehúsan considerarse unos fracasados.
QUERER TRIUNFAR NO ES UNA FALSA AUTOESTIMA
Hemos visto a muchos estudiantes que por haber reprobado algún examen se han desanimado y su deseo de seguir estudiando ha declinado. Esto los ha llevado a tratar de hallar formas de revertir esa tendencia. Una teoría popular dice que la mejor manera de mejorar la capacidad de los niños es inflar su autoestima. Cuando los educadores observaron que los estudiantes con éxito tenían confianza, reflexionaron que con solo estimular la autoestima se producirían los resultados esperados. Pero tal teoría se ha vuelto contra ellos. Porque investigadores han descubierto que trabajando sobre el ego de los niños se consiguen efectos negativos: indiferencia por la excelencia, incapacidad de superar las adversidades, y agresividad hacia la gente que los critica.
Yo doy un alto valor a reconocer los méritos de las personas, especialmente de los niños. Realmente, creo que las personas esperan más de uno de lo que uno mismo espera de sí. Pero también creo que la alabanza hay que fundamentarla en la verdad. Uno no hace cosas para que los demás lo exalten. Este es el criterio que yo uso para animar y guiar a otros:
Este método lo uso con todos. Incluso conmigo mismo. Cuando estoy trabajando, no me brindo un reconocimiento a menos que haya terminado lo que estaba haciendo. Cuando emprendo una tarea o un proyecto, me doy por entero y sin pensar en lo que va a resultar, tengo mi conciencia tranquila. Duermo bien por las noches. Y sin detenerme a pensar en los errores que cometo o cuantas veces me equivoco, no dejo que esto devalúe el aprecio que tengo por mí mismo. Como afirma el dicho popular: «Dios usa a la gente que falla, porque no tiene a quién más echarle mano».
- Aprecie a las personas.
- Alabe el esfuerzo.
- Premie el trabajo.
Como muchos, supongo que a usted debe serle duro mantener una actitud positiva y evitar sentirse un fracasado. Pero sepa esto: Es posible cultivar una actitud positiva respecto a usted mismo, no importa en qué circunstancias se encuentre o la historia que usted tenga.
SIETE HABILIDADES NECESARIAS PARA TRANSFORMAR LOS FRACASOS EN VICTORIAS
Estas son siete habilidades que tienen los triunfadores y que los capacitan para no dejarse vencer por los errores que cometen, sino que los hacen seguir hacia adelante:1. Los triunfadores rechazan el rechazo
El escritor James Allen dice: «Una persona es literalmente lo que piensa, su carácter es la suma de todo su pensamiento». Esto es porqué es tan importante pensar en la forma correcta.
La gente que no se rinde se mantiene probando porque no basa su autoestima en lo que realiza. En lugar de eso, tienen una autoimagen basada en lo interior. En lugar de decir: «Soy un fracasado», dicen: «Fallé esta vez», o «cometí un error».
El sicólogo Martin E. Seligman cree que cuando fallamos tenemos dos opciones: Podemos interiorizar o exteriorizar nuestro fracaso. Dice que «cuando falla, la gente que se culpa tiene un pobre concepto de sí misma, cree que no vale nada, que no tiene talento, que nadie la quiere. Pero la gente que culpa a factores externos no pierde su autoestima cuando la golpean hechos negativos». Para mantener la perspectiva correcta, asuma la responsabilidad por sus actos, pero no tome sus fracasos como cosa personal.
2. Los triunfadores ven el fracaso como algo temporal
Para la gente que personaliza los fracasos los problemas son como un hueco que los está succionando permanentemente. Pero los triunfadores ven las cosas como algo temporal. Por ejemplo, tomemos el caso del presidente Harry S. Truman. En 1922 tenía treinta y ocho años, estaba lleno de deudas y no tenía trabajo. En 1945, era el líder más poderoso del mundo libre, ocupando la oficina más importante sobre la faz de la tierra. Si hubiese visto su fracaso como algo permanente, se habría quedado donde estaba y jamás habría podido mantenerse probando y creyendo en su potencial.
3. Los triunfadores ven los fracasos como acontecimientos aislados
En cierta ocasión, el escritor Leo Buscaglia hizo referencia a su admiración por la experta en cocina Julie Child: «Me gusta su actitud. Dice: “Esta noche vamos a hacer un suflé”. Y con un golpe por aquí, un batido por allá y una serie de aparatos que deja caer al piso hace todas esas cosas maravillosamente humanas. Luego toma el suflé y lo mete en el horno y conversa con usted por unos momentos. Finalmente, dice: “¡En un minuto estará listo!” Pero cuando abre el horno, el suflé está delgado como un panqué. ¿Pero se desespera por eso y rompe en llanto? ¡No! Sonríe, y dice: “Bueno, no se puede ganar siempre, así es que ¡buen provecho!”»
“Cuando los triunfadores fallan, ven el fracaso como algo temporal, no como un mal para toda la vida”. No es una cosa personal. Si usted quiere triunfar, no permita que un incidente aislado afecte la opinión que usted tiene de sí mismo.
4. Los triunfadores son realistas en lo que esperan
Mientras más grande sea la hazaña que usted quiera alcanzar, mayor será la preparación mental que necesite para vencer los obstáculos y perseverar en el largo camino que tiene por delante. Si quiere dar un paseo por la manzana donde vive, lo más seguro que no esperará encontrarse con problemas. Pero bien distinto sería si se propusiera escalar el Monte Everest. Esto exige tiempo, esfuerzo y la capacidad para vencer los contratiempos. Tiene que enfrentar cada día con expectativas razonables y no dejarse abatir cuando las cosas no salgan como usted quiere.
Ilustra bien este punto algo que ocurrió en el juego que inauguró la temporada de béisbol en el año 1954. El juego era entre los Bravos de Milwaukee y los Rojos de Cincinnati. Por cada equipo hacía su debut en grandes ligas un novato. El novato que jugaba por los Rojos impulsó cuatro dobles y ayudó a su equipo a ganar por nueve carreras a ocho. El novato de los Bravos quedó cero por cinco. El jugador de los Rojos era Jim Greengrass, un nombre que quizás no haya vuelto a escuchar. El otro nombre, del jugador que no logró nada en aquel juego, posiblemente le resulte más familiar. Se trata de Hank Aaron, quien llegó a ser el mejo «jonronero» en la historia del béisbol.
Si las expectativas de Aaron en aquel primer juego hubiesen sido exageradas, quién sabe qué habría sido de él como beisbolista. A lo mejor habría dejado de jugar. Sin duda que su actuación de aquel día no le produjo ninguna satisfacción, pero él no pensó que había fracasado. Había trabajado muy duro durante mucho tiempo. No se daría por derrotado fácilmente.
5. Los vencedores se concentran en lo que pueden hacer
Otra manera en que los vencedores evitan personalizar sus fracasos es poner su atención en sus capacidades. Bob Butera, ex presidente del equipo de jockey «Los Diablos» de New Jersey, respondió así a una pregunta que le hicieron sobre qué es lo que hace a un vencedor: «Lo que distingue a un vencedor de un perdedor es que el vencedor se concentra todo el tiempo en lo que puede hacer, no en lo que no puede hacer. Si un jugador es bueno para tirar a la portería del equipo rival, pero no es bueno para desplazarse por la cancha, le decimos que se concentre en tirar, tirar y tirar, nunca en que un rival puede ganarle en el patinaje. La idea es que siempre piense en sus triunfos».
Si una debilidad es cuestión de carácter, hay que prestarle mucha atención. Concéntrese en eso hasta que la supere; lo mejor para transformar los fracasos en victorias es desarrollar y maximizar las capacidades personales.
6. Los triunfadores varían las estrategias
En The Psychology of Achievement, Brian Tracy escribe acerca de cuatro millonarios que hicieron su fortuna a los treinta y cinco años de edad. Invirtieron en un promedio de diecisiete negocios antes de dar con el que los llevaría a la cima. Se mantuvieron probando y buscando hasta que encontraron algo que sí funcionó.
Los triunfadores son proclives a variar sus estrategias. Esto es importante en cada esfera de la vida, y no en la de los negocios solamente. Por ejemplo, si usted es un fanático de las competencias atléticas sin duda que disfrutará viendo a los atletas compitiendo en la prueba de salto alto. Siempre me asombra las alturas alcanzadas por hombres y mujeres en esta prueba. Lo que es realmente interesante es que en la década de los 60, esta disciplina sufrió un cambio radical de técnica que permitió a los atletas superar viejas marcas y establecer nuevas mucho más ambiciosas.
La persona responsable para tales cambios fue Dick Fosbury. Mientras los atletas de salto alto anteriores usaban el método de abalanzarse sobre la barra de frente, con un brazo y una pierna adelante, Fosbury desarrolló una técnica que lo lanzaba de espaldas sobre la barra. Se le llamó la caída Fosbury.
Desarrollar una nueva técnica para el salto alto era una cosa. Hacer que fuera aceptada por los demás era otra. Fosbury recuerda: «Se me dijo una y otra vez que no tendría éxito, que no sería competitiva y que sencillamente la técnica no funcionaría. Y todo lo que yo hacía era sonreír y decir: “Ya lo veremos”».
Y la gente lo vio. En 1968, Fosbury ganó la medalla de oro en los juegos olímpicos de México, superando la marca olímpica anterior y estableciendo una nueva marca mundial. Desde entonces, casi todos los grandes saltadores del mundo usan su técnica. Para lograr sus metas, Fosbury cambió su estrategia para el salto alto y con ello no permitió que la gente se refiriera a él como un fracasado.
7. Los triunfadores siempre insisten
Todos los triunfadores tienen en común la habilidad de insistir después de un error, falta, o fracaso. La sicóloga Simone Caruthers dice: «La vida es una serie de resultados. A veces el resultado es lo que uno quiere. Grandioso. Piense en lo que hizo bien. A veces el resultado es lo que usted no quería. Grandioso. Piense en lo que hizo y que no volverá a hacer». Esa es la clave para intentarlo de nuevo.
Los triunfadores están siempre dispuestos a avanzar sin importar lo que ocurra. Y eso es posible porque no olvidan que los fracasos no los convierten en personas fracasadas. Nadie toma los errores como cosa personal. Esa es la forma para que usted no se considere un fracasado.
ALGUIEN QUE REHUSÓ SER UN FRACASADO
Una de las mejores historias que he oído de alguien que rehusó tomar su fracaso como cosa personal es la de Daniel «Rudy» Ruettinger, un niño que quería desesperadamente jugar fútbol por la Universidad de Notre Dame. Es posible que usted haya visto la película Rudy basada en su vida. Es una buena película, pero la historia real es mucho más excitante y convincente.
El primero de cuatro hijos en una pobre familia obrera, Rudy amaba los deportes y creía que eso podría permitirle salir de Joliet, Illinois. Cuando estaba en la secundaria, se dedicó por entero al fútbol, pero su corazón era mucho más grande que su físico. Era lento, y con sus cinco pies y seis pulgadas de alto y sus 190 libras no tenía exactamente lo que se requería para ser un buen jugador.
EL SUEÑO DE RUDY
Cuando estaba en el último año de la secundaria, empezó a soñar en matricularse en la Universidad de Notre Dame y jugar fútbol allí. Pero tenía otro problema que enfrentar. Sus notas eran menos prometedoras que su físico. «Terminé tercero en mi clase», acostumbra decir, «pero no de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba». Como estudiante era malo. Se graduó de la secundaria con una nota promedio de 1,77 puntos.
En los años siguientes, Rudy cambió su interés de una cosa a otra. Durante un semestre trató de asistir regularmente a clases, pero no lo consiguió. Se fue entonces a trabajar en la planta eléctrica de Joliet, donde permaneció durante dos años. Aquel era el último trabajo que habría querido hacer. Otros dos años los pasó en la Marina, experiencia que resultó como un punto de cambio definitivo en su vida. Allí descubrió que no era tonto y que podía manejar responsabilidades.
Después del servicio militar, volvió a Joliet y de nuevo a trabajar en la planta eléctrica. A pesar de las críticas de su familia, sus amigos y compañeros de trabajo, estaba más decidido que nunca a llegar a Notre Dame. Sabía que no era un fracasado de modo que buscó la manera de alcanzar su sueño.
UNA JUGADA INTELIGENTE
Si usted vio la película, entonces sabrá que Rudy finalmente lo logró. Renunció a su trabajo, se mudó a South Bend y se las arregló para ingresar al colegio universitario Holy Cross que estaba afiliado a la universidad. Asistió al colegio universitario durante dos años logrando un promedio por semestre de 4,0 antes que fuera aceptado en Notre Dame. A los veintiséis años entró a la universidad de sus sueños, ocho años después de graduarse de secundaria.
Le quedaban dos años para aspirar a ser un jugador, y se lanzó a intentarlo. Empezó desde la posición más baja, pero trabajó con todo su empeño. Después de un año, empezó a escalar hasta llegar a la cumbre. Su último año, trabajó duro nuevamente. Y en el juego final de la temporada final, Rudy cumplió su sueño de jugar por la Universidad de Notre Dame.
LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD DE RUDY
En la película, Rudy Ruettiger hace una sola jugada al final del partido. Pero eso no fue lo que ocurrió en la realidad.
«En la vida real», dice Rudy, «tuve dos oportunidades. En la primera jugada, no llegué a tiempo. Estaba tan ansioso que fallé». Pero de nuevo, Rudy no dejó que su fracaso hiciera de él un fracasado. Estaba decidido a transformar el fracaso en victoria.
«Yo sabía que sería la última oportunidad que tendría», explica. «Cuando lanzaron el balón, no me preocupé de fallar. Ya había hecho eso antes, y sabía por qué había fallado aquella vez. Así fue como eliminé el miedo. Me mantuve aprendiendo hasta que tuve la confianza que podría hacer lo que tenía que hacer cuando se presentara la oportunidad; de modo que cuando lanzaron la bola por última vez, corrí repasando lo que tenía grabado en la mente y pude detener al jugador contrario».
Llenos de júbilo, sus compañeros lo sacaron del estadio cargándolo sobre sus hombros. Rudy dice que esta es la única vez que ocurre algo así a un jugador del equipo de fútbol de Notre Dame.
Actualmente, Rudy es un conferenciante motivador. Y créalo o no, él fue la fuerza detrás de la producción de la película Rudy. Por supuesto, no fue tarea fácil. Le tomó seis años para verla hecha una realidad. (Dos años menos de los que le tomó llegar a Notre Dame.)
En Hollywood le decían: «Tú no eres Paul Horning o Joe Montana». Y Rudy estaba completamente de acuerdo.
«Hay solo uno como ellos», dice, «pero como yo hay millones».
Y eso es lo grande en la historia de Rudy. Él no tiene las habilidades atléticas de un Michael Jordan, ni el genio de un Mozart, de un Van Gogh, un Edison o un Einstein. Es una persona común y corriente, como usted y como yo. La única razón para que sea un triunfador en lugar de una persona del montón, es que se negó a dejar que los fracasos lo abatieran. Aprendió que sin importar las veces que fracases, nada de eso puede hacer de ti un fracasado.
Su tercer paso hacia el lado positivo del fracaso:
Elimine el «yo» de sus fracasosSi usted ha venido creyendo que es un fracasado, es posible salir de ese patrón de pensamiento negativo. Observe un aspecto de su vida donde ha fracasado repetidamente, y haga lo siguiente:
- Examine sus expectativas para ese aspecto. Escríbalas. ¿Son realistas? ¿Espera hacer todo en forma perfecta? ¿Espera tener éxito en el primer intento? ¿Cuántas veces espera fallar antes de tener éxito? Haga un ajuste en sus expectativas.
- Busque nuevas formas de hacer su trabajo. Piense en por lo menos veinte nuevas formas y luego intente con por lo menos la mitad de ellas.
- Observe sus posibilidades. ¿Cómo puede usar sus mejores habilidades y recursos personales para sacarle el máximo provecho a su esfuerzo?
- Prométase no darse por vencido. No importa cuántas veces caiga, levántese y siga adelante.
No espere hasta sentirse positivo para seguir avanzando. Genere dentro de usted mismo el sentirse bien. Es la única manera de empezar a pensar más positivamente de uno mismo.
Pasos hacia el lado positivo del fracaso:
1. Reconozca que hay una gran diferencia entre las personas mediocres y las que triunfan.
2. Aprenda una nueva definición de fracaso.
3. Elimine el «yo» de sus fracasos.
"Fracasar no es tan malo si no se trata de un ataque al corazón. Triunfar es bueno si no se va a la cabeza"
¡Sé Extraordinario!
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